
Aún así me doy cuenta de que vivir sólo conmigo también lleva recompensas: tengo más tiempo para escribir (un blog por ejemplo), salir de fiesta, ir de compras, ponerme guapa y, (una de las cosas que más me ha gustado) poner guapa mi casa.
Cuando vivía con el compañero mencionado mi hogar era una mezcla de taller mecánico de bicicletas, con estudio de pintor y clínica veterinaria, que en nada complacía mis sentidos. Ahora siento que mi casa es mi refugio y el lugar en el que más disfruto estar en mi tiempo libre, aquí les muestro mis rincones favoritos. ¿Verdad que me quedó linda?