lunes, 10 de marzo de 2008

Reescribiendo la historia...El taller de Butoh

El sábado 20 de octubre del 2007 a las 5 a.m partimos de Puebla hacia Tlalpujahua, Damiana manejó la mitad del camino y yo la otra mitad, no me gusta manejar en carretera (tampoco en ciudad) pero en esta ocasión me pareció bastante disfrutable.

Llegamos a las 10 a.m. aproximadamente a “Butoh ritual mexicano” (así dice en la puerta del espacio), en amarillo sobresale la dirección en la fachada: Camino a Tlacotepec #7. Llegó Diego Piñón, el “maestro”, quien nos ofreció té y fruta seca.

Diego es un hombre encantador, con una voz muy profunda y ojos azules de cielo. Chaparrito y totalmente calvo. Yo lo conocí en diciembre de 2006 que fui a Tlalpujahua a ver una danza, desde allí percibí su sabiduría y supuse que algún día tendría oportunidad de aprovecharla. El espacio en el que imparte los talleres, además de ser su casa, está completamente acondicionado para sus enseñanzas, es un terreno enorme lleno de árboles de frutas, con un espacio foro, un gran arenero y una vibra excepcional.

Él brinda los talleres allí de manera frecuente, pero también viaja por todo el mundo bailando y enseñando. Qué paz saber que hay personas como él, reproduciendo saberes ancestrales de vida y de muerte, aferrándose a la verdadera esencia de la existencia, pero a la vez integrado al mundo global actual.

Además de el maestro, éramos un grupo de 13 personas, en su mayoría actores y bailarines, un director y productor de cine porno (jjj), además dos chicas y yo que nada que ver con el mundo de las artes escénicas.

Después de presentarnos, nos explicó que el taller está fundamentado ideológicamente en una mezcla de filosofías japonesas y mexicanas, que él aprendió a través del butoh con maestros en Japón y con chamanes indígenas huicholes. También expuso que el taller está dirigido a personas que buscaran iniciar o continuar un proceso de transformación, al que se arriba por una inevitable rebeldía e inconformidad a lo que él llamó “herencias ancestrales”. La danza butoh es un medio de liberación a través de la expresión, que se da en la dualidad, a veces conflictiva, de la carne y el espíritu. La liberación, según Diego, puede alcanzarse por medio de la deformación de lo conocido, que es posible iniciar desde la distorsión del propio cuerpo.

De tal manera que el objetivo del taller sería lograr una especie de ceremonia en la que, a manera de espejo, nos conectáramos con los otros por medio de un viaje interior, alejado del lenguaje racional habitual, el cual usualmente nos hace perder las conexiones energéticas con el entorno. Iniciamos bajo la promesa de que al abrir la conciencia encontraríamos que “todo es posible”.

La expresión butoh Diego la define como sigue: es una manera paralela de habitar la cultura actual (que fomenta la inseguridad y el miedo) a través de la ruptura de aquellos patrones que utilizamos para protegernos, pero que a fin de cuentas nos llevan a anidar en un cuerpo “artrítico, encogido, inexpresivo”. Dado que los patrones repetitivos son una especie de mal kármico de la humanidad (te deshaces de unos, para aferrarte a otros), mediante la danza es posible crear patrones reconciliatorios de dicha, gozo y placer compartido. El taller se nos presentó como “un proceso alquímico de destilación de uno mismo, como una oportunidad de ir a las últimas consecuencias de nuestros impulsos”. Qué belleza…qué necesidad de comenzar a lograr aunque sea un poco de lo explicado.

Durante el taller trabajamos con 7 asuntos: lo inmediato, lo lejano, lo postergado, el deseo, el tormento, el abandono y lo innombrable. A cada uno asignamos tres símbolos muy personales expresados en tres palabras independientes. Tales asuntos con sus respectivos símbolos los meditamos mediante ejercicios muy largos de una exigencia física muy cañona, muchas horas de esfuerzo ininterrumpido casi sin alimento, que se pasan volando y casi sin sentir por una energía extraña que fluye por todo el cuerpo y a través de las miradas de los otros, quienes se desfiguran y mantienen intactos solamente sus ojos que se vuelven espejos de la propia deformación.

Al anochecer del sábado creamos una danza personal, con tres de los símbolos elegidos. Calculo que serían como las 8:30 p.m. cuando comenzamos a bailar, con un dolor y agotamiento terribles en todo el cuerpo, pero sobre todo en los pies, justo en donde se conectan con el suelo. ¡Quién pudiera volar! !!!Pero las alas también duelen tanto cuando están naciendo!!!. A pesar de eso la energía fluyó y yo hubiera podido seguir bailando hasta amanecer, observé una realidad paralela tan bella.

Cuánto me he divertido y cuánto he reaprendido de mí misma y mi relación con el mundo en unas horas. Un dolor que se disfruta, que libera y da esperanza. Como el mundo cuando te empieza a punzar, cuando se te aparece de rojo y de negro, cuando te das cuenta que no es como lo imaginaste en la infancia. Que es mejor pero a la vez terriblemente peor.

El domingo por la mañana desayunamos en el mercado del pueblo, que es bellísimo…en palabras de Diego: “kistch, pero entrañable”. Un pueblo chico y barroco, alguna vez próspero, mientras duró el oro en las minas cercanas, ahora se percibe humilde pero muy pulcro, muy lindo.

Comenzamos las actividades del segundo día del taller con una serie de reflexiones compartidas que se pueden resumir en lo siguiente:

Dado que la mayoría de los miembros del grupo eran “artistas”, pues mucho giró en torno a la necesidad vaciar el “ego” para desmenuzar el trasfondo del alma más allá del engaño, mediante una comunicación energética con los demás. De manera que lo que se proyecta a la audiencia sea más auténtico y creíble, que no solamente sea la transformación interna del actor en personaje, sino que se logre transformar al otro que se ve reflejado en la representación artística.

En términos más generales, llegamos a la conclusión de que es necesario vaciarse, para deshacerse de las máscaras y conectarse con lo verdadero. Pero dado que precisamente de mentiras se construyen los grandes poderes que dominan política, económica y socialmente el entorno del que no te puedes escapar, es necesario profundizar, con acción y entendimiento, la posibilidad de trazar caminos paralelos (no sustitutos) destapando los centros energéticos y abriendo puertas que te permitan escapar de aquéllos parámetros que generan frustración, por que usualmente son por pocos alcanzados.

Pero esto, que solamente se logra por una suerte de magia, según Diego explica, es imposible encontrarlo en uno mismo, sino que es necesario abrirse canales hacia los demás, tejer energías, descubrir lo transpersonal. Más allá de la belleza o la creación estética, está la “manifestación sutil de la energía”, que fluye únicamente cuando te encuentras expuesto, entregado a tu expresión más profunda y auténtica. La dignidad se encuentra únicamente en un alma desnuda, que es capaz de someterse (no resistirse) al dolor e imperfección. Si abres los canales energéticos de tu alma es posible dar sentido a los actos cotidianos, rutinarios, que a fin de cuentas pueden ser por sí mismos una alternativa de liberación. El cambio no está en las grandes hazañas, si no en la reinterpretación de las pequeñas cosas de todos los días.

Diego, con su entrañable sabiduría, además expuso que un ego demasiado enorme se protege y te aleja de toda apertura, por que no te permite realizarte en lo habitual, en lo que parece insignificante, pero que puede ser enorme abordándolo desde un estado de energía que te facilita ver lo que no es evidente en la repetición del día a día. Estar alerta ante lo rutinario puede llevarte a descubrir los momentos precisos en los que estás preparado para dar los pasos hacia la transformación, así como a darte cuenta de que estás al servicio de algo más que tu ego. Lo cual puede permitirte amar más allá de la posesión, por que cuando te encuentras a ti mismo es para ofrecerte y en eso puede encontrarse el “verdadero gozo”.

Después de esa discusión, que se puso densa, vimos el video del baile del día anterior. Nos cuestionamos si todo lo que estuvo en nuestra mente e imaginación pudo reflejarse en la expresión de nuestro cuerpo. Diego nos retó a mirarnos sin juzgarnos, a vernos como si no nos perteneciéramos. ¡¡¡Qué fuerte!!!. Qué impresión es darte cuenta como es que tu postura, tu rostro, tus gestos son un reflejo de tu interior. Y cómo ese mismo cuerpo va transformándose, mientras lo más profundo de tu ser está transmutando (o tal vez sea completamente al contrario). Por supuesto en un estado alterado de conciencia tal, la deformación y reconstrucción de tu cuerpo energetizado resulta hasta cierto punto natural pero ¿qué pasa en el cotidiano? … allí es imposible estar creando fantasías, hay que entrenarse para percibir realidades y comunicar más allá de lo abstracto, de las formas ritualizadas de una danza. Diego mencionó una frase que me resuena en la mente “el piso no te da energía, a menos que lo uses para impulsarte”: impulsarte hacia los demás, rebotar en ellos, sin censuras que te lleven a interrumpir lo iniciado y cuando sientes que ya no puedes más, respirar y encontrar la musa, ese alguien que te abra un canal al universo, puedes descansar, pero nunca rendirte. ¿Por qué estancarse en el de dolor, cuando hay otros muchos sentimientos placenteros posibles?

Posteriormente hicimos un calentamiento largo, más esfuerzo, prepararse de nuevo para la última danza. Otra vez entrar en trance, ahora con más retos para el cuerpo, pero también con más colores y amores en el alma, con un espíritu dispuesto a crecer, a prepararse no para la vida, sino para esta “pequeña muerte”, la que nace del cambio y de la liberación.

El domingo terminó y comencé la semana amaneciendo en ese pequeño pueblo y no en mi casa para ir a la oficina, pero ya con ganas de regresar a reobservar mi entorno, mi rutina, mi cotidiano mundo que a veces se pone gris y otras en extremo interesante. Manejé un rato al regreso, llegando al DF nos perdimos, nos reímos y ya por la noche otra vez en casa, en verdad desee desde lo más profundo seguir encontrándome, mantener abiertos mis canales al infinito, reencontrar mi musa y mi pequeña muerte para renacer, no entregarme nunca a la mentira impuesta, para que cuando me llegue la muerte definitiva haya alcanzado hondos gozos para mí y para todos aquellos que me disfrutan.

Todo lo bello que encuentro en los otros, está en mí.

5 comentarios:

Lala Fernández dijo...

semilla, estás mi danza, lo sabes
compartir desde las palabras, compartir desde el cuerpo

Semilla dijo...

Si nosotras compartimos desde todo hermanita...así nos tocó pues...

Solondra dijo...

¡Qué bonito post!
Hasta me dieron ganas de estar ahísarasvati

Solondra dijo...

¡Qué bonito post!
Hasta me dieron ganas de estar ahísarasvati

Semilla dijo...

Gracias Solondra, chido verte por aquí;)